Desde hace ya varios años, nos dedicamos a hacer recomendaciones sobre aspectos psicosociales que sabemos que mejoran la calidad de vida de las personas que sufren fibromialgia o cualquier otra patología que cursa con dolor crónico. Pero no solo eso, sino que además, son recomendaciones válidas para cualquier persona, tenga la enfermedad que tenga o esté completamente sana. La base científica que respalda estas recomendaciones cada vez es mayor.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que desarrollamos las personas ante situaciones que nos ocurren. Se trata de una experiencia multidimensional que generalmente tiene una función importante en el ser humano (adaptativa, motivacional, social …). No obstante, cuando una emoción es muy intensa y perdura en el tiempo o no es proporcional al estímulo que la provoca, puede convertirse en patológica y provocar trastornos de salud. Especialmente ocurre esto si se trata de emociones negativas.
Las emociones negativas (ira, miedo, ansiedad, tristeza, asco…) en las personas con síndrome de fibromialgia empeoran el dolor, la fatiga, el insomnio y producen peor calidad de vida. Ello produce más emociones negativas que aún empeoran más los síntomas. Es un círculo vicioso.
Las emociones positivas (alegría, esperanza, serenidad, amor…) en cambio, posibilitan la creación de recursos, pensamiento y acciones, producen una mente más abierta, aumentan la capacidad de aprendizaje, hacen que nos volvamos más constructivos y que nos transformemos. Las emociones positivas nos permiten crecer y crear y esto produce más emociones positivas. Otro círculo vicioso. Pero mejor.

Fredrickson B. The role of positive emotion in positive psychology: The broaden and build theory of positive emotion. American Psychologist, 2001:56,218- 226
Pero esto no es todo. El bienestar emocional no solo mejora por sí mismo la salud sino que además nos ayuda a adoptar hábitos de vida más saludables. Conectar con nosotros mismos, con los demás, con el entorno, nos permite ser conscientes de nuestras emociones. Y si somos conscientes de ellas podemos identificarlas mejor, detectarlas y trabajarlas. Potenciar las emociones positivas mejora nuestra salud.
Recientemente, se ha informado sobre resultados preliminares muy prometedores de un estudio que relaciona la salud con las ilusiones y con el diseño de un proyecto de vida: tener ilusiones mejora la salud. Parece que tener un propósito vital, marcarse objetivos, buscar una razón de ser y esforzarse con satisfacción en conseguirlos, mejoran la capacidad cognitiva para afrontar las adversidades (retos, enfermedades, estrés…) y proporcionan más salud. Es necesario completar el estudio para extraer conclusiones fiables, no obstante, los resultados obtenidos hasta la fecha son esperanzadores y muy en la línea de lo que ya venimos defendiendo tiempo atrás: emocionarse en positivo, marcarse metas que nos ilusionen y trabajarse un plan de acción (proyecto de vida) a corto-medio-largo plazo (dependiendo del momento vital en que nos encontremos) que suponga una mejora en nuestro bienestar, va a mejorar nuestra salud.
En conclusión: ¡estas son las tres recomendaciones del día!
