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Fibromialgia: más empatía.

Hace unas semanas nos pidieron colaboración para publicar un artículo en fibro.info, una asociación de divulgación de fibromialgia, con sede en Vitoria-Gasteiz. Tenían interés en una publicación que versara sobre la importancia de la empatía en la atención a personas que sufren fibromialgia, dirigido tanto a pacientes como a profesionales.

Aquí tenéis el enlace al artículo completo Síndrome de fibromialgia y empatía, escrito por Patricia Roth, médica de familia y miembro de nuestro Grupo Funcional.

Muchas gracias por el interés a la asociación y encantados de colaborar, siempre en favor de una mejora de la asistencia sanitarias a las personas con fibromialgia y fatiga crónica.

 

Consulta 32 en Argentina

El pasado mes de noviembre de 2019 nuestro largometraje documental Consulta 32 viajó a Argentina, para ser presentado en el 41 Seminario de Innovación en Atención Primaria (41 SIAP): «Dolor, salud y sociedad, una mirada desde la atención primaria».

El largometraje se presentó en las jornadas preSIAP, celebradas el 6 de noviembre de 2019, a cargo del Dr. Vicente Palop Larrea, en el Hospital Italiano de Buenos Aires. Tuvo una gran acogida por parte de la audiencia, que participó activamente en el coloquio posterior, generando un debate muy enriquecedor.

Recordamos que Consulta 32 es un documental producido por Horns and Tails Productions, el grupo Ribera Salud y el grupo de investigación HIST-EX, que trata sobre la enfermedad de fibromialgia, narrada en primera persona por 6 mujeres españolas que sufren en su día a día este síndrome. El documental está disponible aquí para alquiler online.

 

El maletín del médico de familia

“Nada hay más fundamental y elemental en el quehacer del médico que su relación inmediata con el enfermo; nada en ese quehacer parece ser más permanente.”
(Pedro Laín Entralgo)

La Atención Primaria se mueve, vibra, palpita, se agita. En medio de este bullicio compartimos hace unas semanas nuestras reflexiones sobre Qué no es Atención Primaria. Una forma más de reivindicar la dignidad de nuestra profesión.

Se están consiguiendo cosas (como en Cataluña), pero no es suficiente. La agitación continúa. Se empiezan a ver determinaciones de envergadura, como la dimisión en bloque de coordinadores de centros de salud en Galicia (aquí, aquí), como la generación de debates específicos sobre este tema en congresos (La atención primaria que queremos, ayer en el XXIX Congreso de la SoVamFiC) y los parones y concentraciones en diferentes zonas de España (aquí, aquí, aquí).

Muchas y muy interesantes son las reflexiones que giran en torno a la Sanidad estos días. Imprescindible conocer la sanidad happy flower de la mano de Juan Simó y su Huelga necesaria: la cenicienta dice basta. También entender el significado de «Es mi médico» para referirnos a la longitudinalidad y seguridad del paciente tratado por su médico de familia con Jesús Palacio en Es mi médico: una relación estable, una relación segura. O incluso tener la oportunidad de meditar sobre si es adecuado tener un sistema sanitario cuando este no funciona (Cuando la sanidad no funciona, ¿mejor no tener?).

La Atención Primaria se mueve porque quiere cambios. Porque para que el médico de familia sea quien quiere ser y quien debe ser no puede tener las circunstancias que tiene. El equipaje que lleva cada día es pesado. Su maleta está cargada de herramientas para sus diferentes tareas y cada vez tiene más, más sofisticadas y más complejas. Las competencias que se le exigen al médico de familia se incrementan a un ritmo vertiginoso, el mismo al que evolucionan las tecnologías y los sistemas de la información, las realidades y las expectativas sociales:

Competencia clínica. El médico de familia precisa de conocimientos y habilidades científico-sanitarias para prestar la debida atención sanitaria en base a una actualizada evidencia científica.

Competencia técnica. Necesaria para que el profesional sea capaz de manejar diferentes recursos y dispositivos de diagnóstico y tratamiento que se utilizan en el día a día.

Competencia digital. Necesaria para hacer uso del ordenador, los programas informáticos que manejan la historia clínica, las múltiples hojas de registro existentes y las redes sociales.

Competencia de gestión. El médico de familia necesita capacidades en gestión para administrar los recursos de los que dispone (humanos, materiales y no materiales) y las diferentes tareas que se le asignan.

Competencia social. Son necesarias habilidades para crear y mantener buenas relaciones interpersonales con los pacientes y familiares y con el resto de profesionales con los que trabaja el médico de familia.

Competencia cultural. El médico de familia precisa de habilidades para conocer, comprender, apreciar y valorar el entorno cultural que impregna la vida de sus pacientes.

Competencia comunicativa y lingüística. El médico de familia ha de ser capaz de comprender las narrativas de los pacientes y su significado (competencia narrativa) y requiere de habilidades para poder expresarse oralmente, por escrito y con lenguaje no verbal de forma que los pacientes le entiendan.

Competencia emocional. Necesaria para comprender, expresar y regular los diversos fenómenos emocionales que se presentan en un acto médico (tanto del médico como del paciente).

Competencia investigadora y docente. Las habilidades para innovar, descubrir y explorar nuevas formas de hacer medicina forman parte del profesional que tiene aspiraciones de mejora. El afán de superación y progreso incita al médico a descubrir y compartir estrategias que funcionan, así como a enseñar y transmitir a los demás sus conocimientos.

Las competencias son múltiples. Y todas ellas son necesarias. El problema: hay un desequilibrio en el peso que le damos a cada una de ellas. La balanza lleva años inclinada hacia las competencias técnicas, clínica y digital. El sistema sanitario y la concepción de la medicina actual obvia que la formación de un médico debe contemplar las competencias culturales, de comunicación, sociales, emocionales … ¿Por qué es más importante que un médico de familia se sepa de memoria la posología de un fármaco a que tenga la capacidad de comunicarse con respecto y empatía con la persona que tiene delante? La posología la puede consultar en diversas fuentes. El respeto y la empatía precisan tiempo y entrenamiento. ¿Acaso importa que un médico de familia maneje espléndidamente un ecógrafo, disponga de él en su consulta y lo ofrezca y utilice con sus pacientes cuando lo crea conveniente, si es incapaz de preguntarles y explorar sus emociones, identificarlas, procesarlas y manejarlas?

La obra «The Doctor» (Luke Fildes, 1891) es fantástica para pensar en ello. ¿Qué llevaría en su maletín el profesional en este encuentro médico de finales del siglo XIX? ¿Un fonen?

The Doctor. Luke Fildes, 1891.

Un fonen, quizá un martillo de reflejos. Si pensamos en herramientas materiales… Sin embargo el maletín de este médico estaba cargado de otras muchas cosas más: conocimientos científico-sanitarios, competencias comunicativas y de entrevista clínica, orientación social, cultural, comunitaria y familiar, decisiones reflexivas, habilidades de gestión de las emociones del paciente, de los familiares y de él mismo. Poco podía hacer este médico si su balanza se inclinaba hacia la competencia científico-sanitaria y hacia sus recursos técnicos y materiales. En cambio, a pesar de disponer de muy pocos recursos de este tipo, utilizaba el resto de sus competencias, porque además las conocía y se había formado en ellas.

Claro, antes el médico disponía de tiempo (o lo creaba porque era lo que necesitaba) para sentarse a la cabecera del paciente y buscaba conocer toda la información posible, que tomaba de las conversaciones con paciente y familiares, con la observación del entorno socio-cultural y de la vivienda del paciente, con la información de sus condiciones económicas y con una entrevista médico-paciente eficaz.

En las consultas express de hoy en día (7-8min por paciente) es fácil pensar que acertaré un diagnóstico más rápidamente si tengo un ecógrafo en consulta que si tengo una conversación de 15-20 minutos con el paciente sobre sus molestas abdominales de dos meses de evolución. Porque además ya llevaré el retraso de tres consultas. Es sencillo creer que será más efectivo y eficiente prescribir un antidepresivo a una persona con síntomas ansioso-depresivos que adentrarse en el mundo emocional del paciente y buscar posibles causas o situaciones susceptibles de abordaje social o psicológico. Es más fácil darle a un paciente su pastilla del colesterol que lleva toda la vida tomando aunque no tiene indicación, que discutir con él los riesgos y beneficios, explicarle la evidencia científica en un lenguaje asequible, luchar contra la presión mediática y asumir la carga emocional y psicológica. Que eso es muy duro.

El equipaje del médico de familia es amplio y se amplía cada vez más. Y ahí estará el médico de familia atento y receptivo para recursos innovadores que faciliten y mejoren la actuación sanitaria. Pero no olvidemos todos los recursos y habilidades propios de la medicina familiar y comunitaria, necesarios, imprescindibles y de igual o mayor peso que los demás. Reivindiquemos nuestra dignidad buscando la mejor calidad en la asistencia de nuestros pacientes, que no siempre pasa por adquirir los conocimientos y recursos más novedosos y menos, en detrimento de las habilidades particulares de la atención primaria y comunitaria.

No olvidemos que los médicos de familia somos médicos especialistas en personas. No perdamos la esencia de nuestra profesión. Que a nuestro maletín nunca le falten recursos para tratar a los pacientes como lo que son, ante todo personas.

El maletín del médico de familia